Gabriel Pernau

En bici por Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Jordania, Israel, Palestina, Siria, Líbano y Turquía

Frenazo inesperado


El ferry rápido que debía llevarme a Argelia dejó de funcionar a mediados de septiembre, y el siguiente transbordador no sale hasta el domingo por la noche. Mi visado me autoriza a entrar en el país a partir del sábado 4 de octubre, aunque sólo tiene vigencia para diez días. Ni uno más. Deberé correr mucho para recorrer sus mil doscientos kilómetros de costa en poco más de una semana.
¿Y si, como afirmaban en Melilla, me impiden desembarcar por llegar desde Almería en lugar de hacerlo desde Alicante? No puede ser, me convenzo; esto es una soberana tontería. La gente habla por hablar. Radio Macuto siempre consigue turbarte, y normalmente de forma injustificada.
Será mejor que no piense más en ello, que asuma que los imprevistos también forman parte del viaje y me tome estos inesperados dos días de parón con tranquilidad.
De modo que dedicaré el fin de semana a pasear y a reponer fuerzas, a leer y a visitar el Mediterráneo, que es como se llama el enorme centro comercial de Almería donde uno puede ir al cine. Debo afrontar la etapa argelina con serenidad, porque será complicada.

-¿Dice que va a Argelia? –me pregunta el vigilante del Hostal Americano el domingo, pocas horas antes de cruzar el Mediterráneo por tercera vez en ocho días-. Yo trabajé allí cinco años. Hacía de mecánico en un barco. Era el tiempo de las bombas, ¿sabe? Una noche estaba cenando en el restaurante de un amigo y al día siguiente, ¡puf!, estalló un artefacto y no quedó nada.

A esto se le dice dar ánimos.
El hombre luce dos vistosos tatuajes en el antebrazo, un emblema de la legión y una estrella de David que, según dice, no le causó ningún problema. “Allí la gente es tolerante”, afirma con aparente conocimiento de causa.

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